VERÓNICA MARTÍN
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Niños felices que van al colegio como si se tratara de un parque de juegos. Niños curiosos que buscan adquirir conocimientos por sí mismos y que serán adultos independientes, con valores y suficiente seguridad en sí mismos para competir en el futuro que se les avecina. ¿Quién no quiere eso para sus hijos? ¿Quiénes son los que tienen que poner los mimbres para que todo esto se haga realidad?
El debate sobre la Educación en Canarias se ha caldeado a tenor del resultado del famoso informe PISA, en el que los datos sitúan a los niños canarios muy lejos de los objetivos marcados por la UniónEuropea (UE). Finlandia se ha convertido en el ejemplo a seguir, pero... ¿qué hacen ellos que no hacemos nosotros? La respuesta la da un grupo de profesores que integra el equipo Capicúa, de enseñanza de Matemáticas. Aseguran que los finlandeses (y también en Shangai) viven una enseñanza más personal, donde se plantean los problemas y no se repiten soluciones como si fueran mantras.
Un ejemplo. Una niña de sólo cinco años solucionó un problema real: quería invitar a toda su clase a su cumpleaños y se planteaba que para llevarlos en tranvía. ¿Cuántos bonos había que usar? Sin usar lápiz y papel llegó a la sencilla conclusión de que dos y que, además, tendría que gastar un viaje de un tercero.
Esta conversación supone el claro éxito del objetivo marcado por su colegio, pues la niña ha resuelto un problema de la vida cotidiana con la mente matemática que le están amoldando. Lo consiguen utilizando las regletas de Cuisenaire, que son simplemente listones de madera de colores y tamaños diferentes que representan a las unidades con los que los niños pueden imaginar y manipular cifras.
Toni Martín es profesor en el Colegio de Aguamansa y es formador de formadores en este área. Insiste en desterrar métodos antiguos que sólo aburren y hacen que los alumnos rechacen la escuela y, lo que es peor, no logren el aprendizaje real, pues "se trata de repetir una y otra vez de memoria algoritmos que no fomentan el pensamiento abstracto".
Los profesores son un colectivo muy estigmatizado. Una parte importante de la sociedad piensa que trabajar 20 horas a la semana y librar todas las vacaciones escolares es un lujo incompatible con las protestas y las huelgas que han protagonizado. Se olvidan, está claro, de los cientos de profesores que innovan, buscan y trabajan para lograr que cambien esas ratios que se reflejan en PISA. Por el bien del futuro del país.
El último estudio encargado por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias para responder a los problemas planteados en PISA habla de que en las
Islas "hay centros del mismo nivel que Shangai", pese a que la media esté en el vergonzoso final de la lista. Y un dato: no todos esos centros excelentes son
privados. Entonces, ¿hay niños privilegiados en las Islas?
José Antonio Fernández Bravo, que es profesor de Didáctica de la Matemática en el Centro de Enseñanza Superior Don Bosco y en la Universidad Camilo José Cela y ha sido asesor de varias reformas educativas. Responde que "en todas las comunidades autónomas hay pequeños microsistemas que funcionan". Y la clave está en el equipo docente de cada centro. Tiene cifrado en un 20% el porcentaje de profesores que dan todo de sí y que se forman buscando nuevos modelos de enseñanza que permitan al alumno ser más competitivo (y más feliz, hay que decirlo), y en un 80% los que se resisten al cambio y hacen que no se avance. Los profesores (del 20%) consultados explican que lo peor es que los llamados innovadores, en realidad, "somos los que estamos cumpliendo con la LOE (Ley Orgánica de Educación)", que es la que aboga por una enseñanza basada en las competencias individuales y no mecánicas y donde se insiste en que el niño investigue y descubra. Sin embargo, la realidad es más conservadora que la Ley. "El mayor problema que tenemos son los propios compañeros profesores que se resisten a métodos que no conocen", explican. No se trata de cosas tan complejas sino, simplemente, de potenciar la búsqueda del saber y de generar un ambiente de igualdad y autocrítica positiva en el aula. La profesora de Primaria Conchi Sanfiel aplica estos métodos y remarca que en su clase "nunca se les dice a los alumnos que lo han hecho mal, sino que detecten el error y busquen la manera alternativa de solucionarlo". Cuando esto ocurre en una clase, los niños son capaces de enfrentarse a los errores sin ningún trauma y asumir sus capacidades e incapacidades. El problema está en que muchos de estos profesores innovadores se sienten como pequeñas islas en sus centros al no estar arropados por sus compañeros, "y eso te desanima mucho", comenta otra de las profesoras consultadas. Cambio de mentalidad Fernández Bravo remarca que "estamos pasando una pequeña revolución educativa y toda revolución educativa implica un cambio de estado mental a nivel social, y hasta que las distintas partes no encuentren algo convergente no vamos a llegar a buenos resultados". La otra gran pata del cambio está en los padres. Quieren para sus hijos lo mejor y muchos piensan que el rigor de kilos de apuntes y tareas repetitivas van a hacer de sus descendientes unos seres más capaces e inteligentes. Los estudios demuestran lo contrario pero no terminan de creerse que si el niño no sufre, hay buenos resultados igual. Lo de la letra con sangre entra sigue siendo una máxima admirada por muchos de los progenitores. Padres y madres "Los padres continúan sin respetar la labor ni el trabajo de los profesores, les decimos que nos les den las tablas de multiplicar ni les enseñen a restar llevando y lo hacen igual", explica Fernández Bravo. La nueva didáctica de las matemáticas va más allá: ya no les dicen "estos problemas son de sumar, de dividir o de restar llevando. Ahora, les dan el problema y el niño lo soluciona con el algoritmo que le parezca. Incluso llegan a inventar sus propios algoritmos, que no son más que un instrumento no un fin". ¿O alguien de más de 40 años sabe ahora hacer una división de ocho cifras? Ni el ejecutivo de cuentas más cotizado. Eso demuestra que no es necesario. Los últimos estudios neuronales constatan que en las etapas iniciales de la edad escolar es cuando se abren las rutas cerebrales que van a lograr niños más capaces y, por tanto, adultos más eficientes. "La plasticidad del cerebro debe fomentarse en esos momentos y eso se logra con la creatividad e induciendo el pensamiento abstracto", precisa el experto de la Universidad Camilo José Cela, quien subraya que "la ilusión no se puede guardar en carpetas". Otro ejemplo de éxito: en la misma clase de niños de cinco años su escuela preparó una visita a una exposición de cuadros del Museo del Prado. Los padres (una vez más) desconfiaban de que se tratara de una visita adecuada a la edad de sus hijos. Sin embargo, en clase prepararon el tema de tal manera que en una semana los niños reconocían a Goya, conocían cuadros por su nombre como la Brígida del Río (más de uno recurrió a Google para no quedar mal con su retoño) y se aprendieron la genealogía de los Austrias completa. Ver cómo un niño de cinco años reconocía a Felipe II (al que apodaron en la clase como El huevo) y sabía con quién se había casado y de quién era hijo. Habían aprendido más que en una curso de Historia de Bachillerato. Además, esos mismos niños hablaban de las desigualdades (usando los cuadros de los bufones), de la escasa sanidad en esa época y de otros problemas. Todo, además, con una ilusión desmedida. Esperaban el día de la excursión como si se fueran a un parque acuático. Ante este ejemplo, el experto explica: "Hoy está demostrado que el aprendizaje está directamente relacionado con la emoción. Ése es el patrón de medida". Insiste en que "el profesor que ha amargado al alumno, le ha generado dificultades y odiará esa asignatura". Sin embargo, cuando los padres y la dirección de un centro clásico vaya a medir resultados, lo hará viendo si han acabado el libro y si han hecho más o menos cantidad de fichas. "Los libros cuestan muy caros y los padres presionan si no se usan", recalcan otros profesores. Lo esencial de estos métodos es que hacen a niños más felices porque la autonomía en el aprendizaje convierte las materias en más atractivas. Además, es lo que la Unión Europea está marcando con su Plan Bolonia y sus métodos, donde se prima lo práctico a la teoría. En un mundo donde todo está en Internet, ¿quién necesita copiar apuntes? Los niños de hoy viven en el siglo XXI con profesores del siglo XX que usan métodos del siglo XIX y eso conduce a un desequilibrio muy grande entre la realidad de la vida y la enseñanza en el aula. Los profesores que pertenecen a ese 20% innovador quieren que la Consejería de Educación "obligue a cumplir la Ley". Reconocen que la administración canaria ha puesto medios y les ha dado cursos para que el cambio se produzca, pero quieren dejar de ser islas en sus centros de trabajo. No por capricho, sino porque los resultados mandan. El catedrático Fernández Bravo sostiene que la mejor manera de evaluar a un profesor está en sus alumnos. "Si son niños felices que van al colegio contentos sin que los lunes sean una pesadilla y se predisponen al aprendizaje, entonces, el profesor es bueno", sentencia. http://www.diariodeavisos.com/2011/diariodeavisos/content/12288/ |
